POR ALEJANDRA CARBONE
Recorrer y reflexionar acerca de la obra gráfica de Franco Grignani es rastrear la coherencia de sus ideas y descubrir cómo su formación profesional, el ejercicio de la docencia y la experimentación constante se conjugan en su obra gráfica.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la llamada Revolución Industrial, el texto empezará a concebirse en imagen y la imagen paulatinamente a convertir en texto. Stéphane Mallarmé, un poeta francés, incorpora por entonces la forma y composición tipográfica del texto al contenido de la lectura. Esta idea visual del texto será también desarrollada por las vanguardias artísticas europeas como el Ffuturismo, el Ddadáaismo y el constructivismo, permitiendo la aparición de la llamada Nueva Tipografía. Por entonces, se proyecta una nueva forma de leer, forma que tiene en cuenta la imagen del signo alfabético como representación. Paralelamente, nuevos tipos y sistemas de signos comienzan a ser protagonistas en el espacio de la ciudad. La letra comienza a ese nuevo mundo artificial de la modernidad.
Cronológicamente hablando, el futurismo es la primera de las vanguardias artísticas europeas. Más tarde iba a ser usada por el poder dominante y ello le valió ser menoscabadoa en la teoría del diseño moderno. Así como otras vanguardias depositaron en la geometría la respuesta a las formas de la era de la máquina, el futurismo intentará una interpretación de la velocidad, del movimiento y de la temporalidad. En los trabajos futuristas, los cuerpos en movimiento, en algunos casos de modo un tanto ingenuo, son el objetivo de dar fe del cambio perceptivo en la era de la tecnología.
Será en la posguerra que esas búsqueda encontrarán cauce. La obra que Franco Grignani iniciada en esa época, va a desarrollar una interpretación de las formas modernas proponiendo experiencias con los mecanismos de la visión. De la influencia futurista, Grignani presta atención a las líneas y formas abstractas, pero sobre todo a la conciencia de que el movimiento es un elemento fundamental del arte visual.
La arquitectura lo convirtió «de poeta a constructor», dijo Grignani, presagiando la importancia que el uso metódico de instrumentos y herramientas jugaría en su arte. Tan abstracto como puede parecer el trabajo de Grignani, su punto de partida siempre fue un análisis incansable del mundo real que transfirió a innumerables cuadernos, traduciendo su obsesión por la creciente influencia de la tecnología en la vida humana en complejas fórmulas matemáticas. Los resultados a menudo eran diseños que parecían cinéticos cuanto más los mirabas, gracias a una meticulosa disposición de líneas y formas que alteraron la percepción de los espectadores. Grignani pensó que «ser artista no era una profesión, sino una actitud de aquellos que tienen profundos intereses asociados con sus sensibilidades», y sus capacidades matemáticas y su impulso artístico solo se correspondían con sus habilidades manuales excepcionales.